14 de junio de 2014

Mayo.


Mayo comenzó sin poder ser mejor. Me trajo visitas de quien ya tenía ganas de ver, aunque solo pasara un año desde la última vez que nos vimos, pero es que si por mi fuera pues no me separaba nunca de personas como ella.

Le siguió otra semana, con planes totalmente distintos, que sin comerlo ni beberlo me permitió conocer y compartir una cena con gente estupenda, que me recordó tiempos no muy lejanos. Personas entre las cuales alguna me dio un soplo en un momento que lo necesitaba, no sé qué ocurrió, pero me hizo darme cuenta a partir de ese momento de que necesitaba volver a ser lo que era. Que a partir de ahí tenía que empezar a caminar sin los tacones que me había impuesto.

Y a la semana siguiente, fue el día que esperé más que nada. Porque significaba que vería a alguien que me ha apoyado mucho sin saberlo. Pero también empezó la caída, la que te lleva al fondo de un pozo y aún así ha estado él. El que parecía conocer de siempre y apenas había llegado.

Llegó como una cuerda, como algo que me evitara esa caída, con risas, con miles de tonterías y sin decirle "necesito esto". Y claro te dicen de volver a verlo y tú sientes miedo, pero como es la cuerda te da igual (¿qué puede pasar de malo con una cuerda?). Y ahí entra mi lado más infantil, se hace ilusiones y a dos semanas de la fecha, la semana que peor llevas, te dicen que tu ilusión se rompió, que no puede ser. ¿Cómo te levantas en ese momento? ¿Cómo consigues sobreponerte y seguir como si nada? Pues de ninguna manera. Solo queda esperar acontecimientos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario