14 de enero de 2013

Lunes.

Suena la alarma, como todos los días a las 7:15. Comienza una nueva semana.
Escondida en las sábanas, con el frío del invierno en la habitación, recuerdos perdidos en el colchón. Desperezarse, sensación rara, bajar y entrar en el baño, volver al dormitorio, vestir y... Entrar a la cocina, desayuno y olor a café, café amargo. Este olor me recuerda a ti, a nuestras mañanas de café y cacao. A tus desayunos amargos y los míos llenos de azúcar.

Salir a la calle, sentir como se cala el frío en los huesos, hasta que deja de ser tan helado. Rememorar esos paseos bajo la lluvia en los que no dejabas de perseguirme, como una niña pequeña escapando de un escarmiento, escondiéndome entre las puertas de las casas y... Otra vez tú. Tu imagen en mi mente, tu cara y ganas de escribir. De leer para que no se haga de noche, para que no acabe el día. Recuerdos que duelen, que creía apagados, pero que siguen quemando como fuego, llevabas razón cuando me decías que no jugara con fuego, pero cómo iba a imaginar que serías tu esa fuente.

Releer cartas dirigidas a otra persona, pensar en esos momentos en los que yo pensaba ser algo y no era nada. Oler de nuevo ese café amargo. Y pensar, ¿qué estará haciendo? Salir corriendo de mi mente para poder dejar simplemente que el frío se apodere de mi en otro día más de este invierno helado.

5 comentarios:

  1. Respuestas
    1. A ti siempre te gusta todo ;)
      Muuaaaak!!

      Eliminar
    2. No siempre, cuando tengo que darte mi visión crítica lo hago.
      Yo sé que mi nueva actualización a ti no te va a hacer gracia...

      Eliminar
    3. Bueeno, te comenté. :)
      Gracias por acordarte de mi de vez en cuando ;)

      Eliminar
  2. A mí no me gusta que no sigas teniendo esas mañanas, pero el texto está chulo ;)

    ResponderEliminar